martes, 12 de julio de 2011

¡En tu ducha hay un SPA!

Hoy os vamos a descubrir una de las formas más sencillas y baratas de hacer algo bueno por nuestra salud: LA DUCHA ESCOCESA. Tras este sugerente nombre, se esconde un principio bien sencillo: alternar duchas de agua caliente y fría. 
Aunque al principio la sensación de ducharse con agua fría es algo desagradable, el cuerpo termina acostumbrándose a las dos o tres sesiones. 
Para tomar una buena ducha escocesa hay que empezar siempre con el agua caliente. Una vez que hayamos entrado en calor, cambiamos la temperatura del agua y empezamos a ducharnos con agua fría desde los pies, lo más alejado del corazón, hasta llegar a la parte superior del cuerpo. Así vamos alternando duchas de agua caliente con agua fría tres veces cada una. Es decir, empezamos con agua caliente y terminamos con fría. 
El secreto de este económico tratamiento casero es la reactivación de la circulación sanguínea. Mientras que el agua caliente relaja los músculos, dilata los poros y hace fluir la sangre hacia la parte exterior del cuerpo, el agua fría contrae los vasos sanguíneos y provoca una mayor circulación de sangre hacia los órganos internos. 
Algunos de los beneficios son el fortalecimiento del sistema inmunitario, tonificación de la piel o disminuir nuestra sensación de frio en invierno, ¡por no hablar de la mejora del ánimo!
Así que amig@s, desde Siemprenforma os animamos a ¡descubrir el SPA que tenéis en casa!

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